a. Historia en el Mundo.
Examinaremos ahora algunas de las principales explicaciones que han ofrecido de la inflación;
consideradas en su génesis y de acuerdo al orden cronológico _ histórico. Solamente una profundización del análisis histórico
de cada episodio inflacionista puede permitir una diagnosis junta en cada caso.
La teoría cuantitativa de la moneda ha sido la teoría dominante de la inflación durante siglos.
Consiste en una particular interpretación causal de las ecuaciones de los intercambios. Esta última es una tautología que
expresa la igualdad entre el valor de los bienes intercambiados en un periodo
determinado (dado por su cantidad Q multiplicada por su precio de mercado P) y la cantidad de la moneda multiplicada por su
velocidad de circulación.
Esta posición surge en la segunda mitad del siglo XVI como explicación de la llamada “revolución
de los precios”. Muchos observadores contemporáneos explicaron ese fenómeno por la importación de metales preciosos
producto del descubrimiento de América., construyendo de este modo las bases del monetarismo. Esta escuela se perfecciona
y consolida a fines del siglo XVIII, gracias a la reacción victoriosa contra
los mercantilistas guiada por Hume y Smith. Según aquellos, un incremento de la cantidad de moneda habría aumentado el producto
nacional y los tráficos más que los precios. Los monetaristas consideraban, en
cambio, que esto era posible solo a corto plazo. A largo plazo ese efecto benéfico desaparecería, mientras que los precios
aumentarían de tal manera que garantizarían la validez de las ecuaciones de los intercambios. Esta era, además, la explicación
de que la “revolución de los precios”, así como otros episodios inflacionistas posteriores, se diera junto a un
proceso de expansión de la industria y el comercio.
Este mismo fenómeno aparece interpretado de un modo diferente por la “escuela bancaria”según
la cual la cantidad de moneda esta determinada positivamente a partir de hechos reales, en tanto que la velocidad de circulación
es inestable y acomoda la cantidad de moneda a la exigencia de sectores reales. La inflación es explicada por estos autores
en base a causas reales, generalmente exógenas, como guerras, epidemias, aumentos de la población, etc.
Wicksell, (famoso economista sueco que vivió a fines del siglo pasado y principios del actual)
puede ser considerado como el primer economista que enfoco el problema de la inflación en términos de desequilibrio entre
demanda agregada y oferta agregada, aunque dicha relación aparece todavía explicada en clave monetaria. Wicksell afirma, en
efecto, que un aumento general de los precios puede ser concebible tan solo suponiendo que la demanda general sea, por cualquier
razón, o se prevea que va a ser, superiora la oferta. Por ello “cualquier teoría de la moneda digna de este nombre tiene
que ser capaz de mostrar cómo y por qué la demanda monetaria o pecuniaria de los bienes es mayor o menor que la oferta de
los bienes en ciertas circunstancias”.
El enfoque Wickselliano del análisis de la inflación es el mas simple y mas obvio de todos,
en cuanto extensión inmediata del principio de la demanda y de al oferta desde el mercado individual a la globalidad de la
economía, o al mercado de la moneda. Como todos lo otros precios, el precio de la moneda aumentara en situación de exceso
de demanda y disminuirá en caso de exceso de oferta. Esta aproximación al problema de la inflación, seguía siendo un problema
vital fuera del estrecho círculo de los economistas. Pero su desarrollo basado en una teoría científica había sido, en primer
lugar por la orientación mecanicista de la tercia cuantitativa de la moneda que no distinguía claramente entre demanda y oferta
de moneda, y en segundo lugar por la adhesión a la ley “ley de Say” según el cual, no se concebía un exceso generalizado
de demanda de mercancías. Como clara Wicksell, la critica a ésta, considerada como valida tan solo en un equilibrio de pleno
empleo.
Según Wicksell, el equilibrio monetario se caracteriza por la igualdad entre la tasa de interés
de mercado y la tasa natural. La inflación se produce cuando la banca, incrementando excesivamente (con respecto al flujo
total de ahorro) la oferta de prestamos,
disminuye el precio del crédito (la tasa de interés de mercado) por debajo de la tasa natural. En estas circunstancias, tanto
la cantidad de moneda como los precios tienden a aumentar. Este proceso inflacionario es definido por Wicksell como acumulativo.
Y solo una intervención de los bancos destinados a igualar la tasa de interés de mercado con la tasa de cambio puede eliminar
el desequilibrio entre ahorro e inversión, y por tanto eliminar la inflación. El equilibrio monetario estaría caracterizado,
según Wicksell, además de la igualdad entre las dos tasas, y entre el ahorro y la inversión; por la estabilidad de los precios,
la cual esta ultima fue criticada por Davidson. Otro economista sueco; quien observo en condiciones de crecimiento de productividad
se debería producir, la estabilidad de los salarios monetarios pero precios decrecientes a una tasa igual a la de crecimiento de la productividad del trabajo.
El debate sobre el tercer criterio de Wicksell se prolongo durante bastante tiempo, dentro
de los cuales contribuyeron a esta discusión: Hayek y Keynes. El primero, reemplazo el tercer criterio por el criterio de
la constancia de la cantidad de moneda (1929), y posteriormente por el criterio de la constancia de la cantidad de moneda multiplicada por su velocidad de circulación (1931); del segundo, con su “
ecuación fundamenta”, que constituye el eje teórico del tratado (1930), reemplazo el tercer criterio por el de la ausencia de las “ganancias inesperadas”,
que se produce cuando se manifiesta un desequilibrio entre el ahorro y la inversión.
Este debate se agota a principios de los años treinta, cuando aparece la Teoría General de
Keynes (1936). La atención se dirige hacia la relación entre demanda y oferta agregada de bienes.
La Teoría Keynesiana de la inflación está basada en la Teoría General (1936) y desarrollada
en como pagar el coste de la guerra (1940).
La Teoría de la Inflación en el tema de la Teoría General prevé que, en caso de exceso de
demanda, se produce una tensión inflacionaria, pero no es capaz de medir su intensidad. A penas el problema del exceso de
demanda se planteo al estrellar la segunda guerra mundial, Keynes desarrollo rápidamente un instrumento teórico capaz de ofrecer
una estimación precisa del exceso de demanda como premisa necesaria para la elaboración de una correcta política económica.
Este instrumento conocido como el modelo del déficit inflacionario, se base en realidad en las premisas teóricas de la Teoría
General. El razonamiento de Keynes es el siguiente. La renta de la economía británica tenia que aumentar en 1940 por efecto
de los nuevos gastos destinados al sector militar. Sin embargo, la cuota disponible para el sector privado, que se obtiene
sustrayendo la renta de los impuestos y el ahorro previsto sobre la base de la propensión prevaleciente al ahorro, terminaría
siendo superior a la cuota del producto nacional no absorbida por los gastos militares. La diferencia entre estas dos magnitudes
constituye, para Keynes, “el hueco inflacionario”. Esta ex ante será comprendida en ex post, en la suposición
de una economía cerrada, por un incremento de los precios de los bienes de consumo que se transmite en un segundo impulso
a todos los sectores de la economía.
La teoría Keynesiana del déficit inflacionario fue generada por la relación renta-gasto,
desde esta perspectiva se puede medir el déficit inflacionario que se obtiene comparando los empleos de la renta con los del
producto; es decir; comparando el valor del gasto agregado planificado con el de la renta percibida. Este tipo de teoría de
la inflación domino la escena durante la segunda guerra mundial, sustituyendo completamente a las elaboraciones precedentes.
La teoría cuantitativa de la moneda había caído en desgracia en casi todas partes, al menos como instrumento de análisis a
corto plazo debido a la extremada inestabilidad de la velocidad de circulación
de la moneda en los años treinta y del ataque eficaz desarrollado por Keynes contra dicha teoría.
Además, esta en general tendía prescribir políticas económicas con el objeto de reducir la
oferta de moneda o por lo menos su tasa de crecimiento, impracticable en el periodo de guerra. La única intervención posible
consistía en la distribución del poder de compra entre los diferentes sectores y las distintas clases caracterizadas por diferentes
propensiones al consumo. La orientación Keynesiana en términos de demanda y de oferta de bienes era por tanto la única adecuada
al momento histórico.
Durante los años cuarenta y cincuenta se multiplican los modelos fundados en el concepto
Keynesiano del déficit inflacionario. Todos se parecen entre ellos y consisten en una dinamización del modelo de Keynes en
términos de ecuaciones diferenciales. El primer paso adelante, fue dado por el economista danés Hansen (1951), quien bajo
la influencia de la escuela escandinava wickselliana y de la escuela continental de Warlras-Pareto, procede a desagregar el
modelo, distinguiendo en particular entre hueco inflacionario en el mercado de los bienes y en el mercado de los factores.
En el modelo Keynesiano de los años cuarenta, el salario monetario se mueve solamente para favorecer el poder de compra de
los salarios, por lo que acompaña pasivamente, e incluso con un cierto atraso, el movimiento del coste de la vida. La contribución
de Hansen atrae la atención, con razón sobre el mercado de trabajo como posible causa de las tensiones inflacionistas.
Al comienzo de los años cincuenta se agota el proceso de inflación de demanda que caracterizaba
desde hacia mas de una década a los países capitalistas, primero bajo el impulso del rearme y después de la guerra de Corea.
Comienza el periodo de la inflación reptante, donde los países industrializados sufren tasas de inflaciones moderadas pero
persistentes, del orden del 2–4%. La inflación reptante de los años cincuenta ofrece, a los economistas, dificultades
mayores que la inflación más grave de los años cuarenta, ya que no puede ser explicada fácilmente a partir de una situación
de exceso de demanda.
La contraposición entre inflación de demanda e inflación de costes es entendida por algunos
como alternativas diferentes entre dos teorías mutuamente excluyentes, que explican cualquier fenómeno inflacionario en cualquier
época, por otros como posibilidades entre dos interpretaciones de la inflación de los años cincuenta.
A fines de los años cincuenta, la distinción entre inflación de demanda e inflación de costes;
las cuales implican la elección entre dos políticas económicas alternativas, imputando la responsabilidad de la inflación
a diferentes sujetos económicos. Si se trata de la inflación de demanda, la responsabilidad caerá sobre la autoridad monetaria
por una excesiva creación de moneda, o sobre el gobierno o los entes locales por un gasto público excesivo. Si se trata de
la inflación de costes, entonces la responsabilidad recaerá sobre los sindicatos por sus excesivas peticiones salariales,
o sobre los empresarios por sus excesivas ganancias y por haber cedido en demasía a las peticiones sindicales. En ele primer
caso, el remedio consiste en una política monetaria y presupuestaria de tipo restrictivo; en el segundo, en cualquier tipo
de política de renta.
Durante los cincuenta y sesenta la tesis de la inflación de costes era compartida por la
derecha en Estados Unidos y por la izquierda en Gran Bretaña. En los estados unidos los sindicatos rechazaban la responsabilidad
por la inflación, explicándola a partir del exceso de demanda, defendiendo los aumentos salariales como una forma directa
de protección del poder de compra. Los empresarios, por el contrario, explicaban la inflación por el aumento de los costes
proponiendo la introducción de restricciones institucionales al poder monopolista de los sindicatos. En cambio, en Gran Bretaña,
así como en muchos países europeos, las posiciones se invertían. Los sindicatos aceptaban en parte la responsabilidad de la
inflación, utilizando este argumento para demostrar la necesidad de conferirles un mayor poder en el control de la economía
y de la inflación. el mundo de los negocios, por su parte aceptaba la teoría de la inflación de demanda y la terapia correspondiente
en términos de una política deflacionista ortodoxa, aprovechando el resultante aumento del nivel de desempleo como un medio
para debilitar el poder de los sindicatos.
Los debates mas recientes profundizan y desarrollan los avances teóricos sobre los procesos
inflacionarios modernos. Estos debates se centran en un primer momento en el significado de la curva de Phillips, y posteriormente
en al validez del reciente “revival monetarista”.
VERCELLI, Alessandro. “inflación y deflación”; Colección:
el mundo contemporáneo; editorial: oikos-tau; Barcelona – España. 1988.